Cuando voy al pescatero, pido unas sardinas y las pago estoy comprando al contado. Spot, en inglés. Cuando voy al pescatero y le digo que el próximo fin de semana voy a preparar una sardinada para mis amigos y que me prepare 3 kg. de sardinas, que el sábado por la mañana paso a recogerlas y que me diga cuánto me cobrará estoy comprando 'a futuro' (no confundir con comprar futuros). Forward en inglés.
Los contratos forward son el tipo más elemental de derivados. Son contratos que comprometen a la entrega de un determinado bien o activo, a un precio pactado en una fecha pactada. El que compra el bien adopta una posición larga mientras que el vendedor se dice que opera en corto. Hay contratos forward sobre una gran cantidad de bienes o activos diferentes: sobre materias primas, divisas, e incluso sobre préstamos futuros, los llamados FRA (Forward Rate Agreements). Un FRA me permitiría por ejemplo tomar dentro de un año un préstamo de 1 millón de euros con un determinado plazo de amortización y un determinado tipo de interés.
La principal ventaja de un contrato forward es que reduce la incertidumbre. En el ejemplo anterior trato de asegurar que el pescatero tenga 3 kg de sardinas el sábado, que es cuando yo las necesito. Por su parte, el pescatero sabe que venderá esos 3 kg el sábado y que no tendrá que tirarlos si nadie los compra.
Otra característica importante es que el precio está perfectamente determinado. No importa cual sea el precio al contado el sábado: hemos quedado en un precio y ese será el que se pague. Esto significa que en el momento de la entrega el contrato ocasionará pérdidas a una de las partes y beneficios a la otra. Dicho de otra manera, la tenencia del contrato es valiosa para una de las partes y podría venderlo por ese importe. Supongamos que el precio acordado con el pescatero es un 30% inferior al precio de mercado del día: podría vender ese contrato a alguien que vaya a comprar sardinas por una cantidad ligeramente inferior a la diferencia y ambos saldríamos ganando.
Por otro lado, es fácil ver que puede haber algunos problemas. Si como acabamos de suponer, las sardinas están más caras es posible que el pescatero no quiera asumir las pérdidas y quiera cobrarme un precio superior o no entregarme las sardinas. Si hay sardinas más baratas en la pescadería de enfrente es posible que yo me sienta tentado a incumplir el acuerdo y las compre allí... Podríamos tratar de comprometernos y evitar tentaciones mediante de algún tipo de garantía, o formalizando el contrato por escrito. También puede ocurrir que el pescatero se arruine y cierre antes del sábado o que yo sufra un accidente de tráfico y no pueda acudir. Hay muchas cosas que pueden fallar...
Para evitar esos problemas se inventaron los contratos de futuros. Pero eso lo dejamos para otra entrada.
Los contratos forward son el tipo más elemental de derivados. Son contratos que comprometen a la entrega de un determinado bien o activo, a un precio pactado en una fecha pactada. El que compra el bien adopta una posición larga mientras que el vendedor se dice que opera en corto. Hay contratos forward sobre una gran cantidad de bienes o activos diferentes: sobre materias primas, divisas, e incluso sobre préstamos futuros, los llamados FRA (Forward Rate Agreements). Un FRA me permitiría por ejemplo tomar dentro de un año un préstamo de 1 millón de euros con un determinado plazo de amortización y un determinado tipo de interés.
La principal ventaja de un contrato forward es que reduce la incertidumbre. En el ejemplo anterior trato de asegurar que el pescatero tenga 3 kg de sardinas el sábado, que es cuando yo las necesito. Por su parte, el pescatero sabe que venderá esos 3 kg el sábado y que no tendrá que tirarlos si nadie los compra.
Otra característica importante es que el precio está perfectamente determinado. No importa cual sea el precio al contado el sábado: hemos quedado en un precio y ese será el que se pague. Esto significa que en el momento de la entrega el contrato ocasionará pérdidas a una de las partes y beneficios a la otra. Dicho de otra manera, la tenencia del contrato es valiosa para una de las partes y podría venderlo por ese importe. Supongamos que el precio acordado con el pescatero es un 30% inferior al precio de mercado del día: podría vender ese contrato a alguien que vaya a comprar sardinas por una cantidad ligeramente inferior a la diferencia y ambos saldríamos ganando.
Por otro lado, es fácil ver que puede haber algunos problemas. Si como acabamos de suponer, las sardinas están más caras es posible que el pescatero no quiera asumir las pérdidas y quiera cobrarme un precio superior o no entregarme las sardinas. Si hay sardinas más baratas en la pescadería de enfrente es posible que yo me sienta tentado a incumplir el acuerdo y las compre allí... Podríamos tratar de comprometernos y evitar tentaciones mediante de algún tipo de garantía, o formalizando el contrato por escrito. También puede ocurrir que el pescatero se arruine y cierre antes del sábado o que yo sufra un accidente de tráfico y no pueda acudir. Hay muchas cosas que pueden fallar...
Para evitar esos problemas se inventaron los contratos de futuros. Pero eso lo dejamos para otra entrada.
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