Ayer estuve escuchando la charla que Stephen Marglin dio en el marco del movimiento Occupy Harvard. Llegué a él a través del blog de Greg Mankiw y es francamente interesante. Marglin es un crítico feroz de lo que él llama "mainstream economics" o pensamiento predominante. Sin embargo es un crítico razonable.
Marglin se sorprende de lo similares que son todos los manuales de Teoría Económica, independientemente de la ideología de su autor. Algunos interpretamos que existe una base de conocimiento sólidamente fundamentada y que aúna un consenso en cuanto a su validez al margen la ideología política de quien escribe. Sin embargo Marglin no opina ésto. Él cree que existe una metaideología previa que nos hace aceptar la validez de los métodos y supuestos tradicionales, ortodoxos, y que es posible dar otros enfoques radicalmente distintos y bien fundamentados (como él mismo dice el enfoque marxista o la crítica que emana de la doctrina social católica).
Creo que tiene razón desde un punto de vista filosófico, de la misma manera que entre los científicos existe una metaideología que les hace pensar que el Universo es cognoscible y que sus leyes pueden expresarse matemáticamente. Pensar que el fenómeno de la gravedad (o cualquier otro fenómeno físico) pueda expresarse matemáticamente no deja de ser una creencia. Eso sí... una creencia con un éxito abrumador tanto es sus aplicaciones prácticas como en su número de "adeptos".
Pero hay algo en la charla de Marglin que hace que me caiga bien. Afirma que su asignatura comienza con una alta dosis de teoría económica convencional, para después pasar a las críticas. ¿Por qué? Da tres razones.
La primera es que la economía tradicional proporciona un importante punto de vista para estar y conocer el mundo. Él reclama que no es el único, pero reconoce su relevancia. Dice que no es un espantapájaros ("straw man") lo que tiene enfrente sino que tiene un importante fundamento.
La segunda es que no se puede criticar lo que no se conoce. Afirma que el 99% de las críticas hacia la economía tradicional provienen de gente que "literalmente" no sabe de qué está hablando. Esto es exactamente lo que motivó mis dos anteriores entradas en este blog: para criticar algo ¡entérate de qué estás criticando!. Creo que tanto a Marglin como a mí nos molestan mucho los indocumentados que están en nuestro bando.
La tercera razón es que la economía tradicional es el lenguaje común. Él lo define como el lenguaje del poder y lo equipara con ser capaz de hablar inglés. A mí no me gusta eso del "lenguaje del poder" pero desde luego sí que existe toda una acuñación de definiciones, términos, significados que es preciso dominar para realizar una buena crítica.
Seguramente no estoy de acuerdo con Marglin en muchas cosas (soy bastante ortodoxo) pero desde luego me interesaría mucho saber qué tiene que decir sobre diversas cuestiones. Y me interesa saberlo por una razón: porque serán cuestiones documentadas, razonadas y en el mismo idioma. Una buena crítica es posible, es legítima y es importante. Una buena crítica hace al edificio más sólido.
Marglin se sorprende de lo similares que son todos los manuales de Teoría Económica, independientemente de la ideología de su autor. Algunos interpretamos que existe una base de conocimiento sólidamente fundamentada y que aúna un consenso en cuanto a su validez al margen la ideología política de quien escribe. Sin embargo Marglin no opina ésto. Él cree que existe una metaideología previa que nos hace aceptar la validez de los métodos y supuestos tradicionales, ortodoxos, y que es posible dar otros enfoques radicalmente distintos y bien fundamentados (como él mismo dice el enfoque marxista o la crítica que emana de la doctrina social católica).
Creo que tiene razón desde un punto de vista filosófico, de la misma manera que entre los científicos existe una metaideología que les hace pensar que el Universo es cognoscible y que sus leyes pueden expresarse matemáticamente. Pensar que el fenómeno de la gravedad (o cualquier otro fenómeno físico) pueda expresarse matemáticamente no deja de ser una creencia. Eso sí... una creencia con un éxito abrumador tanto es sus aplicaciones prácticas como en su número de "adeptos".
Pero hay algo en la charla de Marglin que hace que me caiga bien. Afirma que su asignatura comienza con una alta dosis de teoría económica convencional, para después pasar a las críticas. ¿Por qué? Da tres razones.
La primera es que la economía tradicional proporciona un importante punto de vista para estar y conocer el mundo. Él reclama que no es el único, pero reconoce su relevancia. Dice que no es un espantapájaros ("straw man") lo que tiene enfrente sino que tiene un importante fundamento.
La segunda es que no se puede criticar lo que no se conoce. Afirma que el 99% de las críticas hacia la economía tradicional provienen de gente que "literalmente" no sabe de qué está hablando. Esto es exactamente lo que motivó mis dos anteriores entradas en este blog: para criticar algo ¡entérate de qué estás criticando!. Creo que tanto a Marglin como a mí nos molestan mucho los indocumentados que están en nuestro bando.
La tercera razón es que la economía tradicional es el lenguaje común. Él lo define como el lenguaje del poder y lo equipara con ser capaz de hablar inglés. A mí no me gusta eso del "lenguaje del poder" pero desde luego sí que existe toda una acuñación de definiciones, términos, significados que es preciso dominar para realizar una buena crítica.
Seguramente no estoy de acuerdo con Marglin en muchas cosas (soy bastante ortodoxo) pero desde luego me interesaría mucho saber qué tiene que decir sobre diversas cuestiones. Y me interesa saberlo por una razón: porque serán cuestiones documentadas, razonadas y en el mismo idioma. Una buena crítica es posible, es legítima y es importante. Una buena crítica hace al edificio más sólido.