miércoles, 1 de mayo de 2013

A vueltas con el termostato, la deuda y el crecimiento

Hace unos meses hablaba aquí sobre la dificultad de evaluar la efectividad de las políticas económicas mirando exclusivamente a las series de datos en una entrada titulada El termostato de Friedman.

La idea era sencilla: si la política económica es efectiva (y se hace correctamente) la correlación entre las medidas tomadas y los resultados será nula. El ejemplo que ponía Friedman es sencillo de entender: si hace mucho frío en la calle la calefacción de casa quema mucho gas y la temperatura de la habitación permanece constante. Aparentemente el frío de la calle está correlacionado (cedo en el uso del palabro correlado en atención a @uhandrea) con el consumo de gas de la caldera: cuanto más gas quemamos más frío hace fuera. Por el contrario, ni el consumo de gas ni el frío exterior tiene ningún efecto en la temperatura de casa que se mantiene constante... gracias a un termostato.

En relación a la última polémica con el tema de Reinhart y Rogoff me gustaría explorar una idea que combina algunos datos y el termostato de Friedman. La idea que pretendo bosquejar es la siguiente:

Supongamos que los gobiernos tienen dentro de sus objetivos mantener un crecimiento económico estable y prolongado en el tiempo. Supongamos también que para conseguirlo tienen a su disposición la política fiscal (estimular la economía a base de gasto público) y la política monetaria (estimular la economía a base de "imprimir billetes"). Dichos instrumentos serían como la caldera de gas en el ejemplo anterior. En la medida que el contexto exterior, ciclos, etc.  van ocurriendo (el frío que hace en la calle) el gobierno trata de compensar esas fluctuaciones para mantener estable el crecimiento (temperatura de la habitación).

En un contexto así en la medida que las condiciones económicas se vuelven adversas el gobierno activa la política fiscal (incurre en déficits y en incrementos de deuda pública) y la política monetaria (con posibles rebrotes inflacionistas tanto mayores cuanto más inefectiva sea ésta).  Si el gobierno acierta con sus medidas el crecimiento será estable pese a las variaciones de las variables descritas (volumen de deuda, por ejemplo) y de hecho apenas habrá correlación entre ambas variables.

Supongamos ahora que es cierta la hipótesis que quiero apuntar: que la política económica se torna más y más inefectiva cuanto mayor es el volumen de deuda. Dicho de otra manera: que la caldera funciona mal si está "recalentada".

Si estoy en lo cierto sería posible observar lo que se aprecia en el siguiente gráfico:  tasas de crecimiento más alejadas del "objetivo" (menores) cuanto mayores sean los volumenes de deuda pública con políticas fiscales expansivas (con la deuda creciendo) y el efecto inverso: tasas de crecimiento superiores cuando el volumen de deuda sea decreciente (cuando no hay estímulo fiscal).


Si ocurriese lo mismo con la politica monetaria sería posible observar tasas de inflación más elevadas en países con deuda pública muy alta. ¿Es así?. Parece que en algunos casos sí... y en otros no. Tal vez esto daría para un artículo interesante:
(Tabla anterior, del famoso paper de Reinhart & Rogoff... disponible aquí ).

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