Diariamente ser realizan millones de transacciones económicas: desde el café que acabo de tomarme en una cafetería hasta la adquisición de un buque de guerra por parte de la armada venezolana. Casi todas las transacciones tienen en común la utilización del dinero para establecer el precio del bien o del servicio contratado. En algunos casos se utiliza el trueque pero la utilización del dinero es mucho más conveniente.
El dinero permite establecer unos precios fácilmente comparables frente a los que daría una economía de trueque. Por ejemplo, si una cabra se puede cambiar por doce gallinas y un litro de aceite por dos kg de alubia verde podría ocurrir que alguien cambiase una cabra por 100 litros de aceite y una gallina por un Kg de alubia verde... ¡y no sabríamos si ésto es caro o barato! Con dinero es más fácil: 1,5€ la alubia verde, 3€ el aceite, etc.
El dinero no es más que un bien más que utilizamos como referencia. Los precios cambian con frecuencia: unos suben, otros bajan... pero mantener la referencia a un bien fijo (el dinero) nos permite comparar los precios relativos con facilidad. Cuando los precios de todos (o casi todos) los bienes suben es porque el dinero pierde valor y es lo que denominamos inflación. Por el contrario, cuando todos los precios bajan es porque el dinero se hace más valioso y es una situación de deflación.
Cuando una persona recibe su renta (su salario, por ejemplo) tiene que tomar una serie de decisiones. Una de las más importantes es aquella en la que decide cuánto consume y cuánto ahorra. Puede decidir disfrutar de unas merecidas vacaciones en la playa o quedarse en casa jugando al parchís. Supongamos que esa persona, prudente ella, decide ahorrar una determinada proporción de su renta. Lo que esa persona hace es "congelar" su capacidad de compra (lo que se llama depósito de valor), de consumo, en un bien duradero para poder "descongelarla" en el futuro y consumir más entonces (o transmitir dicha capacidad de consumo a sus herederos...). Si el bien elegido como depósito de valor es dinero decimos que esa persona es un ahorrador. Por el contrario, si ante la perspectiva de poder conservar mejor el valor de su ahorro decide utilizar cualquier otro bien (oro, un inmueble, acciones, etc.) decimos que es un especulador.
En realidad ambos son lo mismo y realizan la misma función. Y es una función necesaria.
El dinero permite establecer unos precios fácilmente comparables frente a los que daría una economía de trueque. Por ejemplo, si una cabra se puede cambiar por doce gallinas y un litro de aceite por dos kg de alubia verde podría ocurrir que alguien cambiase una cabra por 100 litros de aceite y una gallina por un Kg de alubia verde... ¡y no sabríamos si ésto es caro o barato! Con dinero es más fácil: 1,5€ la alubia verde, 3€ el aceite, etc.
El dinero no es más que un bien más que utilizamos como referencia. Los precios cambian con frecuencia: unos suben, otros bajan... pero mantener la referencia a un bien fijo (el dinero) nos permite comparar los precios relativos con facilidad. Cuando los precios de todos (o casi todos) los bienes suben es porque el dinero pierde valor y es lo que denominamos inflación. Por el contrario, cuando todos los precios bajan es porque el dinero se hace más valioso y es una situación de deflación.
Cuando una persona recibe su renta (su salario, por ejemplo) tiene que tomar una serie de decisiones. Una de las más importantes es aquella en la que decide cuánto consume y cuánto ahorra. Puede decidir disfrutar de unas merecidas vacaciones en la playa o quedarse en casa jugando al parchís. Supongamos que esa persona, prudente ella, decide ahorrar una determinada proporción de su renta. Lo que esa persona hace es "congelar" su capacidad de compra (lo que se llama depósito de valor), de consumo, en un bien duradero para poder "descongelarla" en el futuro y consumir más entonces (o transmitir dicha capacidad de consumo a sus herederos...). Si el bien elegido como depósito de valor es dinero decimos que esa persona es un ahorrador. Por el contrario, si ante la perspectiva de poder conservar mejor el valor de su ahorro decide utilizar cualquier otro bien (oro, un inmueble, acciones, etc.) decimos que es un especulador.
En realidad ambos son lo mismo y realizan la misma función. Y es una función necesaria.
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