miércoles, 1 de febrero de 2012

Talando frutales a modo de ejemplo

Llevo varios días tratando de dar forma a una entrada en este blog sobre cuestiones de cálculo de impuestos óptimos. Me gustaría explicar qué se entiende por impuestos óptimos, qué dice la teoría, que se hace en la práctica.... pero me encuentro con el problema descrito en el siguiente video ("Qué hacer cuando el público no tiene ni el vocabulario, ni el modelo y se quiere conservar el rigor"):


Supongamos que existe un bonito pueblo al lado de un río, con un clima agradable y apto para el cultivo de frutales. Los frutales proporcionan riqueza al pueblo directamente con la fruta de cada cosecha y con la madera que van acumulando con el paso del tiempo. La cantidad de fruta depende directamente de la cantidad de madera "viva" total existente.

En el pueblo existe también un ayuntamiento que precisa de recaudar impuestos para hacer frente a la provisión de bienes públicos (como una antena de TDT para captar la televisión del pueblo vecino) o para atender las necesidades de los vecinos más necesitados. Para ello comenzó poniendo un impuesto en fruta: cada ciudadano tenía la obligación de entregar un porcentaje de la fruta que había percibido, bien por sus servicios trabajando en el huerto, bien por ser el propietario del huerto. El porcentaje es creciente, de tal manera que quien más fruta tiene, mayor proporción aporta a las arcas públicas.

Pero en algún momento la recaudación no fue suficiente. Alguien se dió cuenta de que los propietarios de los frutales acumulaban cada vez propiedades más valiosas ya que el crecimiento vegetativo de los árboles era de hecho un aumento de la riqueza. Por ello se decidió poner también un impuesto sobre el crecimiento de la madera. El procedimiento es sencillo: se evalua la diferencia entre la cantidad de madera a final y a comienzo del año y se talan tantos frutales como sea necesario para satisfacer la cuota del impuesto.

Ahora bien... cada frutal talado significa menos fruta y una recaudación menor de la potencial en el período siguiente. Parece evidente que el problema de la imposición óptima sobre el crecimiento de la madera es un problema importante.

Una solución que no parece descabellada ( la solución de la formulación matemática habitual de éste problema) sería la renuncia del ayuntamiento a financiarse mediante la tala de frutales: si el ayuntamiento se financia sólo con la fruta y anima a la plantación de más frutales podrá recaudar más en el futuro e incrementar la riqueza del pueblo.

El ejemplo anterior pretende ilustrar por qué la opinión mayoritaria entre los economistas es a mantener baja la imposición sobre las rentas del capital (los frutales). Resulta muy difícil hablar de cosas como "impuestos sobre el capital" o "rentas del capital" ya que sé que mucha gente automáticamiente asocia imágenes de señores gordos con facciones porcinas y chistera quemando billetes para encender puros. Estamos tan rodeados de clichés que palabras como "capital" que para un economista significa "máquinas, herramientas y frutales" para mucha gente, incluso con estudios, es algo así como mentar a la bicha.

El problema de la falta de tejido productivo es un problema de falta de acumulación de capital. El problema de competitividad de la empresa española es un problema de falta de acumulación de capital. El problema de los salarios y la precariedad laboral en España es un problema de falta de acumulación de capital. Hemos quemado gran parte de los frutales para darnos calor y todavía hay quien aboga por seguir impidiendo que los árboles crezcan

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