Es una pena, pero es muy difícil hacer experimentos en Economía. Es cierto que hay un enfoque de laboratorio en lo que se ha venido en llamar behavioral economics o Economía Conductual, pero su alcance es muy limitado circunscribiéndose sobre todo a cuestiones que tienen más que ver con la Psicología que con la Economía.
También hay un enfoque experimental en la evaluación de actuaciones de lucha contra la pobreza que merece la pena conocer. Sin embargo, lo normal es que para contrastar hipótesis los economistas tengamos que esperar a que el experimento ocurra fortuitamente y confiar en que los datos que se puedan recoger arrojen suficiente información.
Pero hay un tipo de problemas en Economía que son muy difíciles de abordar incluso cuando disponemos de todos los datos relevantes. En concreto me refiero a un problema tan importante como el de la evaluación de la efectividad de las políticas monetarias y fiscales. ¿Podemos saber, con datos en la mano, si de verdad la política monetaria o la política fiscal (la política económica del gobierno) sirven para algo?.
El primero que creo que señaló el problema fue el genial Milton Friedman. La idea es la siguiente: supongamos que tenemos un panel donde podemos observar la temperatura que hace en la calle, la temperatura que hace dentro de casa y el consumo de gas de la caldera de calefacción. Supongamos que el consumo de gas lo controla un termostato que hace muy bien su trabajo manteniendo la temperatura de la casa estable. En nuestro panel veremos que el consumo de gas sube y baja sin ninguna relación con la temperatura interior. También veremos que la temperatura exterior sube y baja sin relación con la temperatura interior. Un estadístico podría rechazar que exista ninguna relación entre el consumo de gas o la temperatura exterior con la temperatura interna de la casa. De la misma manera, una mera relación estadística nos diría que el consumo de gas y la temperatura exterior de la casa están correlacionadas: cuanto más gas consumimos más baja la temperatura exterior, y viceversa.
La evaluación de las políticas económicas medida como la correlación entre los instrumentos a disposición del gobierno (el consumo de gas de la caldera) con los objetivos de la política (mantener una temperatura interior confortable y estable) será nula: aparentemente no tendrán nada que ver.
Otra metáfora sobre el termostato de Friedman puede leerse en el siguiente post de Nick Rowe, una parte del cual traduzco a continuación:
También hay un enfoque experimental en la evaluación de actuaciones de lucha contra la pobreza que merece la pena conocer. Sin embargo, lo normal es que para contrastar hipótesis los economistas tengamos que esperar a que el experimento ocurra fortuitamente y confiar en que los datos que se puedan recoger arrojen suficiente información.
Pero hay un tipo de problemas en Economía que son muy difíciles de abordar incluso cuando disponemos de todos los datos relevantes. En concreto me refiero a un problema tan importante como el de la evaluación de la efectividad de las políticas monetarias y fiscales. ¿Podemos saber, con datos en la mano, si de verdad la política monetaria o la política fiscal (la política económica del gobierno) sirven para algo?.
El primero que creo que señaló el problema fue el genial Milton Friedman. La idea es la siguiente: supongamos que tenemos un panel donde podemos observar la temperatura que hace en la calle, la temperatura que hace dentro de casa y el consumo de gas de la caldera de calefacción. Supongamos que el consumo de gas lo controla un termostato que hace muy bien su trabajo manteniendo la temperatura de la casa estable. En nuestro panel veremos que el consumo de gas sube y baja sin ninguna relación con la temperatura interior. También veremos que la temperatura exterior sube y baja sin relación con la temperatura interior. Un estadístico podría rechazar que exista ninguna relación entre el consumo de gas o la temperatura exterior con la temperatura interna de la casa. De la misma manera, una mera relación estadística nos diría que el consumo de gas y la temperatura exterior de la casa están correlacionadas: cuanto más gas consumimos más baja la temperatura exterior, y viceversa.
La evaluación de las políticas económicas medida como la correlación entre los instrumentos a disposición del gobierno (el consumo de gas de la caldera) con los objetivos de la política (mantener una temperatura interior confortable y estable) será nula: aparentemente no tendrán nada que ver.
Otra metáfora sobre el termostato de Friedman puede leerse en el siguiente post de Nick Rowe, una parte del cual traduzco a continuación:
Todo el mundo sabe que si aprietas el acelerador el coche va más rápido, si todo lo demás permanece igual, ¿cierto?. Y todo el mundo sabe que si un coche va cuesta arriba el coche irá más despacio, si todo lo demás permanece igual, ¿cierto?.
Imagina ahora que eres alguien que no sabe esas dos cosas. Y que eres un pasajero en ese coche observando al conductor tratando de mantener una velocidad constante sobre una carretera con numerosos cambios de rasante. Verías el acelerador subir y bajar. Verías al coche ir cuesta arriba y cuesta abajo. Pero si el conductor es habilidoso, y el coche es lo suficientemente potente, verías que la velocidad es constante. De modo que si estuvieras observando este particular "proceso generador de datos", podrías llegar a la siguiente conclusión: "¡Mira! La posición del acelerador no tiene nada que ver con la velocidad del coche" o también: "¡Mira! El hecho de que el coche vaya cuesta arriba o cuesta abajo no tiene ningún efecto en la velocidad"; o todavía peor: "¡Eh tíos! Los que pensáis que el acelerador o las pendientes afectan a la velocidad estáis equivocados!"...
[...]
Si el conductor está haciendo bien su trabajo ajustando adecuadamente la presión sobre el acelerador a la pendiente de la carretera, deberías encontrar una correlación nula entre el acelerador y la velocidad. Cualquier fluctuación en la velocidad debería estar incorrelada con cualquier cosa que el conductor pueda ver. Son los errores de predicción del conductor, porque no puede ver llegar ráfagas de viento. Y si encuentras una correlación entre el acelerador y la velocidad ésta podría ser de cualquier signo. Un conductor que sobreestime la potencia de su motor, o que infraestime los efectos de las pendientes, creará una correlación entre el acelerador y la velocidad con el signo "erróneo". Apretará el acelador al subir una pendiente pero no lo suficiente de modo que la velocidad caerá.
¿Y cómo resolvemos el problema?. Existen varios enfoques:
El primero consistiría en observar con especial atención las situaciones extremas. En el ejemplo del coche observar qué ocurre en situaciones con una cuesta muy pronunciada y con el pedal a tope. O en el caso de la caldera qué ocurre cuando la temperatura exterior es de menos 20 grados y la caldera no puede consumir más gas.
El segundo enfoque consistiría en evaluar si el cambio manifiesto de objetivo (cambiar la velocidad de crucero del coche, la temperatura de la casa o el objetivo de inflación) se alcanza mediante cambios en los instrumentos (pedal, gas, alterar la cantidad de dinero en circulación) de la forma prevista.
El tercer enfoque consistiría en localizar un conductor idiota. Un conductor que pisara el acelerador siguiendo el ritmo de la radio. O un gobernante incompetente o con los objetivos puestos en otra cosa (¿reelección?). Si encontrásemos casos así podríamos encontrar esa relación. Como dice el refrán no hay mal que por bien no venga.
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