Llevo ya semanas dando vueltas a una serie de posts sobre temas de impuestos, pero no consigo darles forma satisfactoria: bien se hacen complejos o bien resulta muy difícil ser a la par escueto y preciso. He recopilado bastantes datos y los iré sacando poco a poco con la esperanza de que en pequeñas dosis se hagan más digestibles.
El post de hoy es una hipersimplificación del problema del gobierno a la hora de fijar una política impositiva. La historia es sencilla pero permite ilustrar algunas cuestiones sobre las que alguna vez he comentado algo.
Pensemos en un agricultor en la Edad Media. Supongamos que el agricultor se dedica a cultivar trigo. Por cada grano que siembra recoge 10 en cada nueva cosecha. Una vez cosechado el trigo tiene que decidir qué parte la destina a simiente para el año próximo y qué parte la necesita para su propio consumo. Hasta ahí el problema es relativamente sencillo: dependiendo de unas necesidades mínimas, sus gustos, de cómo valore su ocio decidirá cómo hacer el reparto.
Supongamos también que las tierras y graneros del agricultor son susceptibles de ser saqueadas por bandidos, forajidos, piratas, soldados de reinos vecinos... El señor feudal del castillo de al lado protege a sus vasallos a cambio de impuestos. El señor feudal fija el pago en especie que el agricultor tiene que hacer a cambio de la protección.
¿Cómo debería el señor feudal fijar la contribución del agricultor?. Vamos a suponer en primer lugar que el impuesto se fija como una proporción constante del trigo cosechado. Por poner una cifra, un 18% del trigo cosechado. De cada 100 sacos de trigo, el señor se queda con 18. Como hemos calculado que el rendimiento de las semillas es de 10 a 1, para producir la misma cantidad el agricultor debe conservar por lo menos 10 sacos para simiente, por lo que puede consumir 72 sacos de trigo como máximo (100 - 18 - 10 = 72). De hecho, si consume algo menos de trigo podría guardar algo más de simiente para el año siguiente e incrementar la producción.
Supongamos ahora que alguien aconseja al señor feudal cambiar la forma de calcular el impuesto recomendándole cobrar un 18% sólo del trigo que el agricultor destina para consumo y dejando libre de impuestos los sacos que se destinan a simiente. De alguna manera, el agricultor tiene la posibilidad de elegir cuántos impuestos pagará destinando más o menos trigo para su consumo. Si decide consumir la misma cantidad de trigo que en el caso anterior (72 sacos) guardará 13 sacos para simiente y de las otras 87 pagará el 18% (15 sacas) en impuestos. El señor feudal ha recaudado menos. ¡Valiente consejero!
Pero... ¿qué pasa en los años sucesivos?. Es fácil ver que en el primer caso, al año siguiente el agricultor volvía a producir 100 sacos de trigo y la historia volvía a repetirse. Pero... en el segundo caso los 13 sacos de simiente se convierten en 130 sacos de trigo para el año siguiente. De esos 30 sacos de trigo adicionales el agricultor consumirá una parte (y pagará un 18% de impuestos sobre ello) y el resto la ahorrará... ¡incrementando más aún las cosechas futuras y la recaudación futura!.
Por supuesto, en algún momento el agricultor no podrá ya cultivar tantos campos o no querrá trabajar tanto como la progresión anterior sugiere. Tambien es posible que en el primer caso el equilibrio no fuese estático: que el cultivo creciese. Lo que quiero señalar es que en el segundo caso la producción de equilibrio o el incremento de la producción es siempre superior al primer caso. La acumulación de capital propiciada por la nula fiscalidad del ahorro induce mayores niveles de producción y a la larga de recaudación. Para recaudar más (en términos reales) hay que producir más.
Una curiosidad respecto al ejemplo. En el primer caso la presión fiscal (lo que se recauda) es un 18% del PIB. En el segundo caso, la presión fiscal es menor (es un 18% de sólo una parte del PIB, por consiguiente, es menos), y sin embargo en la dinámica a plazo la cantidad total recaudada por el señor feudal sería superior en términos absolutos.
P.S.- Justo después de publicar esta entrada veo el mismo mensaje, con otro ejemplo, en el siguiente artículo de Matthew Yglesias "Why Mitt Romney's Effective Tax Rate Is So Low And Why It Probably Should Be"
El post de hoy es una hipersimplificación del problema del gobierno a la hora de fijar una política impositiva. La historia es sencilla pero permite ilustrar algunas cuestiones sobre las que alguna vez he comentado algo.
Pensemos en un agricultor en la Edad Media. Supongamos que el agricultor se dedica a cultivar trigo. Por cada grano que siembra recoge 10 en cada nueva cosecha. Una vez cosechado el trigo tiene que decidir qué parte la destina a simiente para el año próximo y qué parte la necesita para su propio consumo. Hasta ahí el problema es relativamente sencillo: dependiendo de unas necesidades mínimas, sus gustos, de cómo valore su ocio decidirá cómo hacer el reparto.
Supongamos también que las tierras y graneros del agricultor son susceptibles de ser saqueadas por bandidos, forajidos, piratas, soldados de reinos vecinos... El señor feudal del castillo de al lado protege a sus vasallos a cambio de impuestos. El señor feudal fija el pago en especie que el agricultor tiene que hacer a cambio de la protección.
¿Cómo debería el señor feudal fijar la contribución del agricultor?. Vamos a suponer en primer lugar que el impuesto se fija como una proporción constante del trigo cosechado. Por poner una cifra, un 18% del trigo cosechado. De cada 100 sacos de trigo, el señor se queda con 18. Como hemos calculado que el rendimiento de las semillas es de 10 a 1, para producir la misma cantidad el agricultor debe conservar por lo menos 10 sacos para simiente, por lo que puede consumir 72 sacos de trigo como máximo (100 - 18 - 10 = 72). De hecho, si consume algo menos de trigo podría guardar algo más de simiente para el año siguiente e incrementar la producción.
Supongamos ahora que alguien aconseja al señor feudal cambiar la forma de calcular el impuesto recomendándole cobrar un 18% sólo del trigo que el agricultor destina para consumo y dejando libre de impuestos los sacos que se destinan a simiente. De alguna manera, el agricultor tiene la posibilidad de elegir cuántos impuestos pagará destinando más o menos trigo para su consumo. Si decide consumir la misma cantidad de trigo que en el caso anterior (72 sacos) guardará 13 sacos para simiente y de las otras 87 pagará el 18% (15 sacas) en impuestos. El señor feudal ha recaudado menos. ¡Valiente consejero!
Pero... ¿qué pasa en los años sucesivos?. Es fácil ver que en el primer caso, al año siguiente el agricultor volvía a producir 100 sacos de trigo y la historia volvía a repetirse. Pero... en el segundo caso los 13 sacos de simiente se convierten en 130 sacos de trigo para el año siguiente. De esos 30 sacos de trigo adicionales el agricultor consumirá una parte (y pagará un 18% de impuestos sobre ello) y el resto la ahorrará... ¡incrementando más aún las cosechas futuras y la recaudación futura!.
Por supuesto, en algún momento el agricultor no podrá ya cultivar tantos campos o no querrá trabajar tanto como la progresión anterior sugiere. Tambien es posible que en el primer caso el equilibrio no fuese estático: que el cultivo creciese. Lo que quiero señalar es que en el segundo caso la producción de equilibrio o el incremento de la producción es siempre superior al primer caso. La acumulación de capital propiciada por la nula fiscalidad del ahorro induce mayores niveles de producción y a la larga de recaudación. Para recaudar más (en términos reales) hay que producir más.
Una curiosidad respecto al ejemplo. En el primer caso la presión fiscal (lo que se recauda) es un 18% del PIB. En el segundo caso, la presión fiscal es menor (es un 18% de sólo una parte del PIB, por consiguiente, es menos), y sin embargo en la dinámica a plazo la cantidad total recaudada por el señor feudal sería superior en términos absolutos.
P.S.- Justo después de publicar esta entrada veo el mismo mensaje, con otro ejemplo, en el siguiente artículo de Matthew Yglesias "Why Mitt Romney's Effective Tax Rate Is So Low And Why It Probably Should Be"
Ingenua de mí. Pensé que ibas a hablar de los diezmos de toda la vida y pensé, ohhhh, por fin puedo opinar. Bueno, al menos lo entendí :)
ResponderEliminarLa teoría del aumento de recaudación bajando impuestos es sencilla de entender. Lo que no está claro es en que rangos de valores, en situaciones reales, eso se sigue cumpliendo. Hay muchas en las que no (aparte de la obviedad de reducir la presión fiscal a 0)
ResponderEliminar@joaquin
ResponderEliminarEn realidad no estaba tratando de justificar que la recaudación aumente cuando bajan los impuestos. Esto no siempre es así, como bien dices, y depende de muchísimos factores. Lo que pretendía señalar es que la política fiscal no es neutral y que poner impuestos al ahorro es en general una mala idea. De hecho, en la mayor parte de los sistemas impositivos modernos las rentas del ahorro son gravadas a tipos menores que las de tipo general (trabajo, actividades profesionales y empresariales, etc.) precisamente por éste motivo. Y por eso, cuando se oyen cosas como la igualación de tipos impositivos para todos los tipos de rentas hay que tener mucho cuidado con los posibles efectos secundarios negativos que podrían desencadenarse. A veces las frases muy bonitas encierran efectos perversos.
Un saludo
@marieta
ResponderEliminarLo de los diezmo habría sido demasiado fácil. Un 18% obliga a coger lápiz y papel :D