Una de las cosas en las que los seres humanos somos muy malos es en la evaluación de probabilidades. Así como en otras tareas nuestro cerebro (¿o nuestro encéfalo?) es bastante bueno tomando decisiones rápidas el cálculo de probabilidades es algo que se nos escapa. Es bastante fácil diseñar tests en los que la intuición pueda ser
fácilmente engañada en contextos de incertidumbre asociados a
probabilidades.
Por un lado tenemos la probabilidad objetiva de que un determinado suceso favorable o desfavorable ocurra. Sin embargo, la probabilidad no deja de ser un concepto matemático alejado de nuestra experiencia cotidiana. No podemos ver la probabilidad. No podemos distinguir a simple vista entre un suceso probable al 90% y otro probable al 95%: de hecho necesitamos todo un aparato matemático para reducir la significación estadística a una comparación entre dos números... todo ello es porque nuestra mente no ve directamente las probabilidades objetivas.
Por otro lado está el peso decisorio que asignamos a las probabilidades, esto es, lo que nosotros sí vemos en un proceso aleatorio y sobre lo que tomamos nuestras decisiones en situaciones de incertidumbre. Ese peso decisorio desvía el resultado de nuestra intuición respecto a lo que sería matemáticamente racional pero seguramente ha salvado la vida a más de un homínido en la sabana: minimizar las pérdidas y actuar con prudencia extrema. Es mejor sobrevalorar las posibilidades de que un depredador pueda sorprendernos y pasarnos de prudentes que caer en las fauces de un altamente improbable cocodrilo...
Pero ¿existe alguna relación entra las probabilidades objetivas y el peso decisorio que las personas utilizan en sus decisiones?. Kahneman y Tversky hicieron una serie de tests para tratar de medir esta relación. Midiendo las preferencias reveladas para distintas apuestas de pequeños importes económicos llegaron a las siguiente tabla:
¿Qué significa la tabla anterior? Lo primero que hay que resaltar es que en el caso de certeza absoluta (probabilidades 0 y 100%) el peso decisorio se corresponde exactamente con la probabilidad: en ausencia de incertidumbre las decisiones son racionales, por lo menos en el sentido más matemático del término. Por otro lado, las probabilidades subjetivas son relativamente insensibles en el centro de la escala: nuestra mente no responde bien a cambios de probabilidades en situaciones de incertidumbre. Es muy llamativo el salto que se da en los extremos. La diferencia para nuestra mente entre un suceso altamente improbable y otro imposible o entre un suceso altamente probable y otro cierto es enorme. De hecho, la gente juega a la lotería porque es altamente improbable que toque, pero no imposible.
Por un lado tenemos la probabilidad objetiva de que un determinado suceso favorable o desfavorable ocurra. Sin embargo, la probabilidad no deja de ser un concepto matemático alejado de nuestra experiencia cotidiana. No podemos ver la probabilidad. No podemos distinguir a simple vista entre un suceso probable al 90% y otro probable al 95%: de hecho necesitamos todo un aparato matemático para reducir la significación estadística a una comparación entre dos números... todo ello es porque nuestra mente no ve directamente las probabilidades objetivas.
Por otro lado está el peso decisorio que asignamos a las probabilidades, esto es, lo que nosotros sí vemos en un proceso aleatorio y sobre lo que tomamos nuestras decisiones en situaciones de incertidumbre. Ese peso decisorio desvía el resultado de nuestra intuición respecto a lo que sería matemáticamente racional pero seguramente ha salvado la vida a más de un homínido en la sabana: minimizar las pérdidas y actuar con prudencia extrema. Es mejor sobrevalorar las posibilidades de que un depredador pueda sorprendernos y pasarnos de prudentes que caer en las fauces de un altamente improbable cocodrilo...
Pero ¿existe alguna relación entra las probabilidades objetivas y el peso decisorio que las personas utilizan en sus decisiones?. Kahneman y Tversky hicieron una serie de tests para tratar de medir esta relación. Midiendo las preferencias reveladas para distintas apuestas de pequeños importes económicos llegaron a las siguiente tabla:
Probabilidad | Peso Decisorio |
0 | 0 |
1 | 5,5 |
2 | 8,1 |
5 | 13,2 |
10 | 18,6 |
20 | 26,1 |
50 | 42,1 |
80 | 60,1 |
90 | 71,2 |
95 | 79,3 |
98 | 87,1 |
99 | 91,2 |
100 | 100 |
¿Qué significa la tabla anterior? Lo primero que hay que resaltar es que en el caso de certeza absoluta (probabilidades 0 y 100%) el peso decisorio se corresponde exactamente con la probabilidad: en ausencia de incertidumbre las decisiones son racionales, por lo menos en el sentido más matemático del término. Por otro lado, las probabilidades subjetivas son relativamente insensibles en el centro de la escala: nuestra mente no responde bien a cambios de probabilidades en situaciones de incertidumbre. Es muy llamativo el salto que se da en los extremos. La diferencia para nuestra mente entre un suceso altamente improbable y otro imposible o entre un suceso altamente probable y otro cierto es enorme. De hecho, la gente juega a la lotería porque es altamente improbable que toque, pero no imposible.
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