Todos los domingos Jaimito recibe la paga de su abuelo para comprar chuches. El abuelo le da 2 euros que gasta en su totalidad: siempre se compra 20 gominolas de cocacola, (que valen a 5 céntimos cada una) y 10 regalices rojos (a 10 céntimos por unidad).
Un día, ante la inminente llegada de la fecha de caducidad de los regalices, el tendero decide bajarlos de precio y ponerlos a 5 céntimos. ¿Qué hará Jaimito?. La verdad es que no tengo ni idea de qué hará Jaimito. Ni la más remota idea, ya que no conozco con detalle los gustos del niño, pero puedo tratar de identificar las fuerzas o los incentivos que lo pueden empujar a consumir más o menos gominolas o regaliz.
Por un lado, el descenso del precio del regaliz lo hace más deseable. Antes Jaimito tenía que renunciar a dos gominolas para conseguir un regaliz adicional. Ahora puede conseguir ese regaliz renunciando sólo a una gominola.
Pero también ha ocurrido otra cosa: Jaimito es ahora más rico que antes. Podría comprar lo mismo que compraba anteriormente y sólo gastar 1,5 €, de modo que es 50 céntimos más rico. Podría gastar esos 50 céntimos en 10 gominolas, en 5 regalices o en una combinación de gominolas y regaliz.
Los dos efectos tienen nombre. El efecto de la variación de precios relativos se denomina efecto sustitución y cómo su nombre indica tiene que ver con la sustitución del consumo de unos bienes por otros. En la medida que un par de bienes son buenos sustitutos (por ejemplo las hamburguesas y los perritos calientes) la variación de los precios relativos entre ambos inducirán cambios en las cantidades demandadas de signo contrario: si hoy como perrito no como hamburguesa. Si por el contrario los bienes son complementarios, al variar el precio y la cantidad demandada de uno de ellos el otro variará en el mismo sentido. Por ejemplo, los perritos calientes y el pan en el que se meten: si como perrito también como pan.
El otro efecto es el efecto renta. Es lo que le ha pasado a Jaimito con esos 50 céntimos adicionales. Las variaciones de precios nos hacen más ricos o más pobres. Si sube la inflación podemos comprar menos cosas con nuestro dinero, por lo que somos más pobres. De hecho, cuando el gobierno de un país se financia mediante la creación de dinero acelerando la inflación hace a todos sus ciudadanos más pobres. Por eso se habla del impuesto inflacionario: el banco central y la máquina de hacer billetes erosionan el valor de los billetes en el bolsillo del público mientras financian su gasto. Por eso los alemanes no quieren que el BCE imprima los billetes para financiar la deuda de los países derrochadores: porque acabarían pagando ellos con el impuesto inflacionario los excesos de los gobiernos irresponsables... pero este es otro tema: volvamos a Jaimito.
Si Jaimito acaba comprando más gominolas de cocacola ante la caída del precio de los regalices diremos que las gominolas son un bien normal: cuando aumenta la renta se demanda más de ese bien. No todos los bienes son bienes normales. Por ejemplo el transporte público no lo es: en la medida que la renta aumenta la gente tiende a desplazarse por sus medios. Ocurre lo mismo con la casquería: las familias de rentas bajas tienden a consumir más ese tipo de productos mientras que las rentas altas se decantan por otras fuentes de proteína y energía. Estos bienes se denominan bienes inferiores.
Así pues, si tanto las gominolas como los regalices son bienes normales, Jaimito consumirá algo más de ambos. Casi con toda seguridad Jaimito comprará más regalices (ayudando a liquidar el stock a punto de caducar) y algunas gominolas más. Existen por lo menos dos formas de determinar qué parte de la variación en el consumo se debe al efecto renta y al efecto sustitución: la descomposición de Slutsky y la de Hicks. La diferencia entre ambas estriba en cuál sería el nivel de renta constante para poder medir el efecto sustitución: para Hicks renta constante sería utilidad constante mientras que para Slutsky la renta constante sería aquella que permitiría comprar la cesta de bienes anterior con los nuevos precios (en el ejemplo, los 1,5 euros ).
Es más fácil utilizar la descomposición de Slutsky. Lo que haríamos es dar a Jaimito 1,5 euros y ver qué compra con ellos: la variación en las cantidades de gominolas y regalices compondrían el efecto sustitución. A continuación le daríamos los 50 céntimos adicionales: lo que compre con ellos será el efecto renta.
Es muy probable que con los primeros 1,5 compre menos gominolas y más regalices que al principio (por la razón ya mencionada de que tiene que renunciar a menos gominolas para conseguir un regaliz adicional). Efecto sustitución puro. También es probable que acabe comprando más de ambos al final por el efecto renta.
Si Jaimito consumiera menos regalices trás una caída del precio estaríamos ante la presencia de un bien de Giffen. Se trataría de bienes inferiores cuyo efecto renta es mayor que el efecto sustitución, pero su existencia está cuestionada.... y eso, en todo caso sería otra historia.
Un día, ante la inminente llegada de la fecha de caducidad de los regalices, el tendero decide bajarlos de precio y ponerlos a 5 céntimos. ¿Qué hará Jaimito?. La verdad es que no tengo ni idea de qué hará Jaimito. Ni la más remota idea, ya que no conozco con detalle los gustos del niño, pero puedo tratar de identificar las fuerzas o los incentivos que lo pueden empujar a consumir más o menos gominolas o regaliz.
Por un lado, el descenso del precio del regaliz lo hace más deseable. Antes Jaimito tenía que renunciar a dos gominolas para conseguir un regaliz adicional. Ahora puede conseguir ese regaliz renunciando sólo a una gominola.
Pero también ha ocurrido otra cosa: Jaimito es ahora más rico que antes. Podría comprar lo mismo que compraba anteriormente y sólo gastar 1,5 €, de modo que es 50 céntimos más rico. Podría gastar esos 50 céntimos en 10 gominolas, en 5 regalices o en una combinación de gominolas y regaliz.
Los dos efectos tienen nombre. El efecto de la variación de precios relativos se denomina efecto sustitución y cómo su nombre indica tiene que ver con la sustitución del consumo de unos bienes por otros. En la medida que un par de bienes son buenos sustitutos (por ejemplo las hamburguesas y los perritos calientes) la variación de los precios relativos entre ambos inducirán cambios en las cantidades demandadas de signo contrario: si hoy como perrito no como hamburguesa. Si por el contrario los bienes son complementarios, al variar el precio y la cantidad demandada de uno de ellos el otro variará en el mismo sentido. Por ejemplo, los perritos calientes y el pan en el que se meten: si como perrito también como pan.
El otro efecto es el efecto renta. Es lo que le ha pasado a Jaimito con esos 50 céntimos adicionales. Las variaciones de precios nos hacen más ricos o más pobres. Si sube la inflación podemos comprar menos cosas con nuestro dinero, por lo que somos más pobres. De hecho, cuando el gobierno de un país se financia mediante la creación de dinero acelerando la inflación hace a todos sus ciudadanos más pobres. Por eso se habla del impuesto inflacionario: el banco central y la máquina de hacer billetes erosionan el valor de los billetes en el bolsillo del público mientras financian su gasto. Por eso los alemanes no quieren que el BCE imprima los billetes para financiar la deuda de los países derrochadores: porque acabarían pagando ellos con el impuesto inflacionario los excesos de los gobiernos irresponsables... pero este es otro tema: volvamos a Jaimito.
Si Jaimito acaba comprando más gominolas de cocacola ante la caída del precio de los regalices diremos que las gominolas son un bien normal: cuando aumenta la renta se demanda más de ese bien. No todos los bienes son bienes normales. Por ejemplo el transporte público no lo es: en la medida que la renta aumenta la gente tiende a desplazarse por sus medios. Ocurre lo mismo con la casquería: las familias de rentas bajas tienden a consumir más ese tipo de productos mientras que las rentas altas se decantan por otras fuentes de proteína y energía. Estos bienes se denominan bienes inferiores.
¿Yevgeni Slutski ó Eugene Slutsky? |
Es más fácil utilizar la descomposición de Slutsky. Lo que haríamos es dar a Jaimito 1,5 euros y ver qué compra con ellos: la variación en las cantidades de gominolas y regalices compondrían el efecto sustitución. A continuación le daríamos los 50 céntimos adicionales: lo que compre con ellos será el efecto renta.
Es muy probable que con los primeros 1,5 compre menos gominolas y más regalices que al principio (por la razón ya mencionada de que tiene que renunciar a menos gominolas para conseguir un regaliz adicional). Efecto sustitución puro. También es probable que acabe comprando más de ambos al final por el efecto renta.
Si Jaimito consumiera menos regalices trás una caída del precio estaríamos ante la presencia de un bien de Giffen. Se trataría de bienes inferiores cuyo efecto renta es mayor que el efecto sustitución, pero su existencia está cuestionada.... y eso, en todo caso sería otra historia.
Muy didáctico, como siempre Pedro. Lástima que estas cosas no se den en le ESO (ni en bachiller, ni en la universidad (en otras carreras que no sean de economía)...).
ResponderEliminarLo enlazaré (con tu permiso) al link del grupo de economia didactica, ok?
Claro, Carlos... enlaza lo que quieras. Efectivamente el analfabetismo económico en España es preocupante.
ResponderEliminarUn saludo