jueves, 16 de febrero de 2012

Heurística afectiva, análisis coste-beneficio y por qué a veces no quiero discutir

Los discutidores profesionales solemos disfrutar armándonos de argumentos a favor y en contra de multitud de temas. Dependiendo del día o del entorno uno puede dedicarse a poner verde la política sobre las energías renovables o a clamar por mayores subvenciones para los molinos eólicos. La mayor parte de las veces carezco de información o argumentos para adoptar posiciones solemnes. Y yo no soy una excepción: me niego a ser el único indocumentado en un mundo de Leonardos da Vinci multidisciplinares como los tertulianos radiofónicos.  Sin embargo, todos opinamos sobre todo, con o sin una sólida base de evidencia, información o argumental. Es lógico pensar que nuestras opiniones sobre temas que desconocemos estén sesgadas de alguna manera. De hecho, no somos expertos en la inmensa mayoría de los temas, de modo que es lógico pensar que estamos muy sesgados en nuestras opiniones de casi todo.

Por eso me gusta escuchar a expertos. Por eso si un tsunami se lleva por delante la central de Fukushima me gusta escuchar a quienes saben del tema. Podemos hacer caso a gente que sabe de qué habla (como Joaquín Sevilla) o a gente que parece que sabe de lo que habla (y que luego no sabía tanto) o gente que aprovechó el accidente para hacer la política del miedo (y que no enlazaré).

La heurística afectiva es un sesgo cognitivo que induce a las personas (a todos nosotros) a evaluar erróneamente los riesgos o los beneficios de determinadas situaciones dependiendo de nuestros sentimientos. Dicho de otra manera si algo me resulta emocionalmente próximo sólo veré sus ventajas mientras minimizaré sus inconvenientes y viceversa. Esto es especialmente llamativo en las discusiones políticas.

El problema que tenemos aquí los economistas es que hemos sido entrenados para, en determinadas cuestiones, hacer razonamientos coste-beneficio. Esto es, un economista normalmente razonará diciendo "...por un lado tenemos blah, blah, blah... mientras que por otro tenemos tal y cual". Como digo, esto es una forma de razonar en la que se nos entrena pero que no aplicamos a todos los ámbitos de la vida. Imagino que un economista padre de una niña de 14 años que llega embarazada a casa no será capaz de ver el lado positivo de la situación por más que esté acostumbrado a tratar de buscar contrapartidas.

Pero la heurística afectiva por un lado y el análisis coste-beneficio por otro, en una discusión conduce a situaciones de bloqueo. Pongamos un ejemplo tonto:

Si estuviésemos hablando, por ejemplo, de hacer que un cochecito de juguete ruede por el suelo yo podría decir que puedo empujarlo suavemente y que la inercia hará el resto. Pero puede llegar un físico y decirme que debo empujar el cochecito en la dirección en la que las ruedas están alineadas y que es posible que tenga que empujar fuerte para vencer el rozamiento estático, y que el rozamiento dinámico acabará deteniendo el coche. Nadie se imagina mi respuesta airada al físico acusándole de que él no quiere que el coche se mueva...

Sin embargo, en Economía, parece que ponderar cosas como la nueva reforma laboral, o la financiera nos sitúa a algunos al margen de la discusión. Creo que el motivo es claro: la discusión y las posiciones son emocionales, no racionales, y sobre eso no podemos hacer nada, y de hecho, discutir o argumentar los aspectos favorables tiene un coste personal emocional que en muchos casos (me) cuesta asumir.

PS.- Y ya puestos a discutir, prefiero hacerlo en mi blog o en otros donde no se censuren comentarios. 

3 comentarios:

  1. Veo que te defines como "discutidor profesional". Tendría que haber sospechado que alguien te pagara por discutir... (¡polemista!) ;)

    En realidad, lo que dices es muy verdad. Sabemos de muy pocas cosas (si es que sabemos de alguna) y discutimos de muchas más.

    Por alguna razón, hay temas en los que la gente es más humilde (es raro que se le lleve la contraria a un médico ...en cualquier tema). Pero todo el mundo te puede decir que el guión de tu obra de teatro tiene fallos, que las ondas y las cosas quimicas noséqué.

    La economía es especialmente así, porque tiene unos efectos MUY visibles en la vida de la gente. Y que les afecta a su vida, también, emocional. El riesgo a reacciones excesivamente emocionales existe.

    Y eso es algo que hay que saber, como que el agua moja y el fuego quema...

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  2. "Veo que te defines como "discutidor profesional". Tendría que haber sospechado que alguien te pagara por discutir... (¡polemista!) ;) "

    ... si piensas que te voy a llevar la contraria en eso y gratis, vas listo...

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  3. Gracias por citarme como experto (en algo), pero desde luego coincido en que la ignorancia es muy muy superior a la "dicutibilidad", dicho por otro polemista empedernido (y especialmente temerario con las cosas de la econom'ia). Muy interesante la heur'istica afectiva, no la conoc'ia (al menos formalmente enunciada). Saludos!

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