lunes, 10 de marzo de 2014

Una reflexión sobre la sanidad pública

Hace ya un tiempo José Luis Ferreira publicó un artículo en su blog titulada ¿Qué entendemos por sanidad pública?. En él proponía un escalado en el concepto de sanidad pública desde el seguro médico obligatorio hasta la titularidad pública de los servicios sanitarios y animaba a analizar cada una de las opciones en base a la evidencia sin juicios apriorísticos (algo que por otro lado es su, nuestro, caballo de batalla).

Lo cierto es que cuando construimos un hospital público lo construyen empresas privadas, llámense ACS, Sacyr o Construcciones Gualberto y Jacinto S.A. La fontanería la instala una empresa privada y los alicatados de los baños también. El equipamiento de los quirófanos lo suministran empresas privadas, así como las camillas de los paritorios. Los ecógrafos, TAC, etc. los proveen empresas privadas. Los análisis de sangre se suelen hacer en el propio laboratorio pero las agujas, tubos, kits de reactivos, ELISAs, en definitiva, todo lo necesario para equipara el laboratorio y hacer las analíticas lo proveen empresas privadas. Y las camas, y las propias sábanas de las camas. Cada bisturí que se utiliza, las grapas para cerrar cicatrices, las bombillas de cada quirófano: todo son compras a empresas privadas. Los pañales de los recién nacidos y los biberones de suero glucosado. Los uniformes de los ATS, las mascarillas del personal de la planta de enfermedades infecciosas, todo lo hacen empresas privadas. Y los antibióticos, vacunas, medicinas de todo tipo son también productos elaborados por empresas privadas. Y el esparadrapo, las jeringas, las escobas, guantes de látex, bolígrafos, ordenadores, ventanas, jabón.... todo se compra al sector privado.

¿Qué hay de público pues en la sanidad pública?. ¿Que el personal pertenece al estatuto de la función pública en lugar de pertenecer al estatuto de los trabajadores?. ¿Que la gestión pública, si ha de distinguirse de la privada, mira menos los gastos haciendo felices a sus proveedores?.

Lo único público es la gratuidad y universalidad del servicio y en mi opinión es lo único que hay que defender fijando claramente las coberturas y la calidad del servicio. Lo demás creo que que no es más que demagogia para defender intereses personales bastardos.


12 comentarios:

  1. Bueno, también hay algo más: no todo el mundo tiene claro (en parte por interés, pero en parte también porque posiblemente no sea verdad) que el mercado de trabajo funcione de manera más satisfactoria para los trabajadores si funciona de la manera más regulada posible. La existencia de un número elevado de empleados públicos (cuyas condiciones de trabajo, niveles salariales, etc., están a menudo por encima de los del sector privado en aspectos importantes) desempeña un papel importante en la determinación de las condiciones laborales generales de la economía, al actuar el sector público como un oligopsonista dominante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jesús,

      Gracias por contestar. En realidad la entrada es un semi-exabrupto motivado por algunas reflexiones que me vengo haciendo últimamente. Si no te importa, voy a extenderme un poco:

      El otro día iba oyendo la radio cuando salió un taxista de Madrid para protestar por algo que tenía que ver con la imposición de determinadas tarifas al aeropuerto. Me parece normal y legítimo que cualquier persona pida aquello a lo que cree que tiene derecho: la vida del taxista no es fácil y me parece fenomenal que quieran vivir lo mejor posible. Lo que me tocó profundamente los cojones fue escucharle que en realidad ellos lo que querían era mejorar el servicio al usuario. Pues no, mire vd., no. Vd. no quiere mejorar el servicio al usuario: quiere ganar más y vivir mejor... ¡Y ME PARECE FENOMENAL!, pero no me tome por tonto. Parece que da vergüenza reivindicar los propios intereses.

      Vivimos en un país donde la gente identifica el enriquecimiento legítimo (como que un taxista gane lo que tenga que ganar) con enriquecimiento ilícito. En esta jodida moral judeocristiana que por algún extraño motivo sobrevive y se multiplica sobre todo en las mentes más proclives a la izquierda, uno no debe luchar por sí mismo sino que ofrece teatralmente su lucha a los demás, haciendo unas volteretas intelectuales dignas de Pinito del Oro. Parece que da vergüenza pedir aquello a lo que uno tiene dereho si uno no lo camufla de "servicio público", si no lo hacemos parecer a algo parecido al martirio del asaetado San Sebastián. Los controladores no hacían huelga para mejorar la seguridad aérea sino en busa de mejores condiciones laborales, y vale de tocar los huevos. Los mineros tampoco defienden una "tradición cultural y una forma de vida de los valles mineros" sino sus condiciones laborales en un sector ruinoso. Y lo mismo puedo decir de las mareas de todos los colores: adelante con las reivindicaciones... que me parece legítimo que cada cual defienda lo suyo, ¡pero que no me vendan la milonga de que es por mi bien!.

      Alguien decía que en este país está peor visto ganar dinero que robarlo, y creo que tenia razón.

      Respecto al tema de los funcionarios entiendo que tiene que haberlos. En tu caso es evidente: la forma de proteger un bien superior como puede ser la libertad de cátedra (entre otros) requiere un estatus especial para los docentes universitarios. También me parece que un inspector de hacienda debe estar protegido laboralmente frente a los vaivenes del poder político de turno y merece una protección especial para poder decir que no. O un técnico de medio ambiente... o muchos más. Pero no creo que el celador de un hospital merezca esa especial protección que se da al funcionario para ejercer su labor. No creo que un chófer oficial lo merezca tampoco. Creo que deben estar sometidos a la misma legislación laboral que el resto de ciudadanos ya que en estos casos no hay un bien superior a proteger y no tiene justificación el privi-legio.

      Y soltado este ex-abrupto número 2 quien suscribe se despide atentamente ;)

      Eliminar
  2. Perdón, quería decir "de la manera MENOS regulada posible"

    ResponderEliminar
  3. P Tarrafeta:

    Creo que el tema de la sanidad no es meramente de eficacia de la gestión -que también- sino de cohesión social. También podrían privatizar los bomberos o la policía de tráfico. pero creo que perderíamos en universalidad y en consecuencias indeseables.

    La sanidad, junto con la educación y la seguridad interior y exterior, comprendiendo la justicia, son los tres puntos básicos de la socialización. El gasto necesario para pagar una operación quirúrgica o un tratamiento largo con estancia hospitalaria dejaría a la intemperie a gran cantidad de personas, que pasarían tarde o temprano la "factura" en términos de rebelión social.

    Hemos pasado suficiente tiempo disfrutando de sanidad universal de calidad para que se empiece a creer que todo lo bueno lo tenemos por defecto y que los costes son gastos y no inversión en cohesión, además de en salud pública.

    ResponderEliminar
  4. Sursum
    creo que Pedro no pone en duda eso, sino el hecho de que la prestación del servicio UNIVERSAL de sanidad (o educación, o lo que sea) se lleve a cabo por parte de empresas u organismos públicos, con trabajadores públicos, en lugar de mediante empresas privadas (como la educación en los colegios concertados, por ejemplo).

    ResponderEliminar
  5. Pero yo sí pongo en duda que se lograra un servicio universal de calidad universal con empresas concertadas como núcleo básico del servicio y no sólo como complementarias.

    Y no es una mera intuición: es que el servicio de la sanidad española no tiene nada que envidiar a uno menos universal y más caro, como es el de los EEUU. Pero si nos conformamos con una sanidad "top" para unos y "low cost" para otros, asumamos también las consecuencias en descontento.

    ResponderEliminar
  6. Bueno. Hay países europeos con estado de bienestar más desarrollado que el español, donde la sanidad y/o la educación se presta por empresas privadas, y no hay problemas de universalidad, o más división que en España. Pero eso creo que también depende de la naturaleza de las empresas privadas españolas, que tienen un sentido de la responsabilidad social manifiestamente mejorable: yo, en efecto, no dejaría el servicio de sanidad universal en manos completamente de empresas como las que han "concursado" (es un decir) a las privatizaciones sanitarias de la Comunidad de Madrid

    ResponderEliminar
  7. No sólo que las empresas privadas entiendan que sí, que es legítimo y deseable ganar dinero (yo lo intento todo el rato, incluso mientras respondo en los blogs) sino que hay un fin social que atender y que es incluso más importante que ganar dinero. Y eso no lo acabo de ver claro ni con esas empresas ni con lo que conozco más de cerca.

    El sistema debe conservar la universalidad en prestaciones y en calidad porque no vale una especie de sanidad de mínimos en la que tu vida y la de tu familia pende de un hilo.

    De todos modos hay un problema de cultura social en España, donde parece que todo el mundo está contento con que Cristiano Ronaldo gane tres veces más que algunos directivos de las principales empresas del IBEX, o que gasta en móviles más que en seguros multirriesgo -esto es una impresión y no un dato contrastado- o más en cervezas que en libros para sus hijos.

    ResponderEliminar
  8. Pongo un pequeño ejemplo.

    Las medidas de prevención de infartos han llevado a que haya bajado su número a edades tempranas. El tratamiento con sintrom es un latazo y tiene costes pero creo que es considerablemente más barato que gastar en hospitalizaciones y en trasplantes.

    O la vacunación universal en niños o las campañas de vacunación contra la gripe o neumococo en grupos de riesgo disminuyen el gasto y las consecuencias en sanidad.

    ResponderEliminar
  9. Veo que habéis tenido una discusión muy interesante mientras yo estaba trabajando ;)

    Aunque creo que Jesús ha expresado lo que yo pienso mucho mejor que yo mismo (lo cual me debería hacer reflexionar al respecto) resumo mi posición: defiendo la gratuidad y la universalidad de la sanidad pública. Existen muchas formas de conseguir una cobertura excelente. Esgrimir el argumento de defender al paciente o "la sanidad pública" en abstracto para defender intereses laborales personales me parece mezquino, no por la defensa de esos intereses que es perfectamente legítima y loable si no por la ocultación de los mismos camuflados de un altruismo más falso que Judas.

    Un saludo

    ResponderEliminar