martes, 12 de junio de 2012

Sobre el sistema de precios (contestando a mi hermano)

Este post es una respuesta a la propuesta de mi hermano de crear un sistema monetario basado en el julio


Acabo de llegar a casa y me he puesto una cerveza. No puedo dejar de pensar que para que yo pueda tomarme ahora esta cerveza fresquita ha sido necesario mantenerla en una nevera. El suministro eléctrico que hace funcionar la nevera y ha refrescado mi cerveza es continuo y sin interrupciones, o por lo menos, los cortes eléctricos son breves y poco frecuentes provocados cuando ocurren por averías más que por exceso de demanda. (Sé que hay muy pocos cortes eléctricos porque mi despertador es eléctrico y no recuerdo la última vez que tuve que ponerlo de nuevo en hora).
Pienso también que esa lata de cerveza estaba en el lineal del supermercado junto a otros cientos de latas de distintos tipos de cerveza. Y había muchísimas otras bebidas. Y un montón de marcas de whisky, de ron, de ginebra. Y ganchitos, panchitos, cacahuetes, almendras peladas y sin pelar, pipas, galletas, chocolates de docenas de variedades. En la panadería del super hay también gran cantidad de variedades de pan recién hecho. Y yogures de todo tipo de sabores y contenido calórico. Y todo ello está ahí para que yo pueda comprarlo. Alguien ha negociado con centenares de proveedores, ha contratado a decenas de reponedores y cajeros y ha coordinado la logística para que yo pueda comprar la lata de cerveza que me estoy tomando.

Pero ésto no acaba ahí. El fabricante de la cerveza pidió un préstamo para montar la fábrica que algún banco le dió canalizando el ahorro de miles de personas que sin saberlo han contribuido a que alguien compre unos depósitos de fermentación de acero inoxidable. Esos depósitos a su vez, fueron fabricados por alguien que adquirió el acero y la maquinaria necesaria para fabricarlos. Y contrató cientos de trabajadores y transportistas… También, el fabricante de mi cerveza compró cebada y lúpulo. El lúpulo lo compra a una cooperativa de Castilla-León. Los cooperativistas cultivan el lúpulo y viven de ello. También algunos agricultores cultivaron la cebada que acabó en mi lata de cerveza y la vendieron al fabricante.

Esta puta lata de cerveza que me estoy bebiendo es el resultado combinado de miles (si no millones) de transacciones económicas aparentemente descoordinadas. Sin embargo hay algo que dice a los agricultores cuántas hectáreas de cebada sembrar, y cuántas de lúpulo, y a la acería cuánto acero fabricar, y cuántos depósitos de acero inoxidable, y cuántas latas debe comprar el supermercado, y cuánta agua se debe hacer caer por las turbinas del pantano para que yo me tome mi cerveza fresquita. Ese mecanismo son los precios. Son los precios los que transmiten las señales de la misma manera que las neuronas transmiten impulsos eléctricos para configurar una realidad mucho más compleja, como esta idea que estoy exponiendo, en mi cerebro.
El mecanismo de precios no es perfecto, pero no deja de ser asombroso (para quien tenga capacidad de asombrarse, claro). No ha sido preciso diseñar el sistema. Surgió de forma espontánea. En algún momento, alguno de nuestros antepasados descubrió que podía mejorar su bienestar si dejaba de pensar como un depredador respecto a otros seres humanos. En ese momento alguien se dió cuenta de que el otro, el prójimo, era más valioso vivo que muerto gracias al intercambio. En algún momento el juego de suma cero de la depredación se convirtió en un juego de suma positiva gracias al intercambio.

Si hay algo consustancial al intercambio es precisamente la relación de cambio. ¿Cuántas pieles vale un arco con flechas? ¿Cuantos cocos vale una gallina?. Esa relación de intercambio es muy compleja en nuestro mundo donde comerciamos con millones de bienes y servicios distintos: ¿cuántos litros de aceite de oliva virgen extra vale una sesión de masaje en un balneario?. En una economía de trueque necesitaríamos una matriz de millones de filas y millones de columnas para expresar dichas relaciones de intercambio. De hecho, seguramente sería posible explotar relaciones múltiples de intercambio para sacar beneficios de arbitraje.

En algún momento de la historia en que la matriz de relaciones de cambio se iba haciendo excesivamente compleja a alguien se le ocurrió relacionar los precios de todos los bienes a unidades de un bien de referencia, o numerario. Todos hemos leído historias de cómo en la cárcel o en los campos de concentración los cigarrillos hacían las veces de unidad de cuenta…. de dinero.

Se utilizaron conchas, sal, metales… diversos bienes hasta llegar al patrón oro. Pero el meollo de la cuestión no es tanto cual es el bien de referencia sino que para que el sistema funcione, para que los precios cumplan su función de mecanismo o correa de transmisión es preciso que los precios relativos puedan variar, Si estamos produciendo más trigo del que nos podemos comer hay que transmitir una señal: bajar el precio. Si todos queremos ver la actuación de nuestro artista favorito también transmitimos una señal: sube el precio (por ejemplo en la reventa).

Actualmente el numerario no tiene ningún valor excepto el de unidad de cuenta Y depósito de valor. No sirve para nada en sí mismo, pero permite conocer los precios relativos de los diversos bienes con precisión y nos permite a todos “votar” diariamente en nuestra cesta de la compra.

Creo que ésta es la razón fundamental por la que un sistema basado en el julio no puede funcionar: porque en ese caso estamos creando un sistema con precios relativos fijos de modo que todo el mecanismo espontáneo de transmisión de señales deja de funcionar impidiendo que los agentes tomen las decisiones acordes a esa “sabiduría implícita” del sistema de precios.

Por supuesto, este no es el único inconveniente que veo a la propuesta, pero me parece tan insalvable que los demás argumentos palidecen a su lado.

6 comentarios:

  1. Preciosa explicación. Me voy a permitir estirarla un poco (a ver si seguimos de acuerdo). Estamos ante sistema complejo autorregulado, el comercio, con los precios (valor respecto de un patrón arbitrario) como elemento de transmisión de la información. Como todos los sistemas de este tipo tiene "enfermedades". De hecho las enfermedades (sin comillas) son los desajustes de otro sistema complejo autorregulado, el más complejo probablemente, la vida. En la organización de sociedades, grandes grupos humanos, los desajustes se llaman delitos.

    La idea de usar un sistema de precios basado en la energía contenida en el producto (eran eso "los julios" ¿no?) se propone para evitar enfermedades del sistema, sin darse cuenta de que las evitaría al precio de matarlo. Es algo muy frecuente ciando se observan las enfermedades como hechos aislados, y no como desajustes de un sistema complejo. Tampoco se eliminan las enfermedades con sobredosis de medicamentos, ni el delito con sobredosis de policía.

    Últimamente hemos vivido algunas enfermedades del sistema del comercio (especialmente del inmobiliario y el financiero) tan lamentables, que andamos todos buscando soluciones mágicas. Aunque las sobredosis no sean la solución, algo de glóbulos blancos, antibióticos o policía son fundamentales, y los echamos un poco de menos en estos asuntos que nos cabrean.

    Un saludo!

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  2. @Joaquín

    Muchas gracias por comentar. Efectivamente el sistema de precios tiene fallos (comentaré alguno más adelante), pero creo que el hacer depender el "valor" (signifique ésto lo que signifique) únicamente de uno de los componentes del producto no corrige los problemas sino que los agrava. De hecho, la teoría expuesta por mi hermano es muy, pero que muy similar a la teoría del valor de Marx (se puede leer al principio de El Capital) en la que sustituye "energía" por "trabajo", pero claro, se refiere al trabajo humano. Esta teoría del valor es interesante filosóficamente pero creo que está ampliamente superada.

    Los principales fallos del mecanismo de precios creo que son los siguientes... y no son ni pocos ni pequeños:
    - la presencia de costes de información o información oculta: ¿que pasa cuando cuesta conocer el precio de algo o si la calidad de ese algo no es observable a priori?
    - la presencia de externalidades: que parte del coste no sea asumida ni por el comprador ni por el vendedor. Por ejemplo, la polución atmosférica.
    - los bienes públicos no se producirían por la mera transmisión de señales de precios. Por ejemplo, nadie por su cuenta y riesgo estaría dispuesto a financiar la construcción de un faro de navegación marítima. Varias personas pueden ponerse de acuerdo para poner dinero "a escote" pero no pueden impedir que otros se guíen por el faro, por lo que la tendencia será a "escaquearse", no poner dinero y aprovecharse de gasto realizado por otros.

    El sistema no es perfecto y de hecho en los fallos descritos puedes encontrar el 90% de las causas de la crisis que estamos padeciendo (básicamente problemas de información, me temo). Pero a pesar de estar atravesando la peor crisis de los últimos 80 años creo que casi todo funciona de forma sorprendente. Es dificil no sentir miedo al tráfico aereo tras un accidente con centenares de muertos, pero hay que reconocer que miles de aviones despegan y aterrizan cada día sin problemas....

    Un saludo

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  3. El grandísimo problema de los mercados es, efectivamente, el problema de la información cuando esta está repartida de manera asimétrica. Pero lo peor no es eso, sino que esos problemas son los mismos o mayores en cualquier otro mecanismo económico. El problema de la información es uno de los grandes problemas de la economía y es irresoluble. Se trata de vivir con él y de dotarnos de los mecanismos que permitan (i) que la información aflore de la mejor manera posible y (ii) que se use de la mejor manera posible. La gestión de la información en las economías planificadas ha sido incomparablemente peor que la que hayamos sufrido en todas las crisis de las economías de mercado.

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  4. @José Luis Ferreira

    Muchas gracias por el comentario. Efectivamente, también el cobre sufre pérdidas en el transporte de la electricidad pero no nos planteamos sustituirlo por madera...

    Un saludo,
    Pedro

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  5. La economía es el motor de la historia, dijo Marx. en eso acertó, pero sobre la teoría del capital falla desde su base ya que las cosas no valen lo que cuesta fabricarlas sino lo que alguien está dispuesto a pagar por ellas y así satisfacer sus necesidades subjetivas. Por ej. ¿Por que escandalizarse de lo que cuesta el fichaje de un crack futbolístico? Pagas algo por ese desembolso? No. Si Florentino quiere pagar 95 millones de euros por Ronaldo allá el si le sale bien o tendrá que rendir cuentas a sus socios si le sale mal. Otra cosa es que la gente se indigne porque los clubs no paguen a Hacienda por haber comprado tan caro. (Que nos lo digan a los de Huesca que pagamos todas las nominas de nuestro equipo todos los meses) Saludos

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  6. ¿Sabe alguien lo que cuesta fabricar las cosas? ¿Es ese coste algo indiscutible, objetivo y mínimamente estable?. Cualquier persona que se haya acercado, aunque sea de lejos, a la contabilidad de costes sabe que "el coste de fabricar algo" es una mera aproximación por lo general muy volátil (¡Qué te voy a contar a tí!). A partir de ahí.... ;)

    Un saludo

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