domingo, 4 de marzo de 2012

¿Quo vadis, Argentina?

La semana pasada The Economist anunciaba que iba a eliminar de su página de indicadores económicos el dato de inflación en Argentina. La razón es sencilla: el dato no es fiable.


The Economist publica en su edición en papel semanal, en la última página, una serie de indicadores económicos utilizando para ello las cifras oficiales de los distintos países. Afirman que no pueden saber si las cifras son o no son del todo fiables ya que existen a veces problemas técnicos  o de presión política que pueden hacer dudar sobre la cifra en cuestión. Por ejemplo, los números de China siempre son sospechosos o sabemos ahora que Grecia deshinchó su déficit durante años, con consecuencias desastrosas. Pero en general, en casi todo el mundo, el personal a cargo de las estadísticas oficiales llega a sus números de buena fe. Pero no es éste el caso de Argentina.


La llegada de Guillermo Moreno al INDEC ha supuesto un ejemplo de cómo hacer servir las instituciones al poder. En un país especialmente sensible a la hiperinflación había que controlar las cifras oficiales y decir "aquí no pasa nada". El personal técnico independiente fue sustituido por autoproclamados "cristinistas". Se han prohibido las publicaciones de índices de precios alternativos en un ejercicio de totalitarismo bananero que realmente entristece a quienes sentimos una corriente de simpatía hacia Argentina.


La historia, tal y como la cuenta The Economist, viene a ser la siguiente:


Durante años, primero Néstor y después Cristina Kirchner, han utilizado politicas económicas expansivas en una economía recalentada. El resultado (capítulo 1 de cualquier libro de política económica) ha sido un importante repunte de la inflación. Teniendo en cuenta el pánico que los argentinos tienen a la hiperinflación y la tendencia a refugiarse en el dólar ante el primer atisbo de la misma, era importante "tener el patio controlado". Para ello se ha recurrido al control de precios, que como cualquier persona con dos dedos de frente sabe, es como llevar agua en una cesta de mimbre. Había que "corregir" el dato de inflación que llegue al público (como si la gente fuese tonta y no se diera cuenta de que su sueldo cada vez llenaba menos el carro de la compra).


En 2007, Guillermo Moreno llega al INDEC y expulsa a la responsable de la confección del Índice de Precios al Consumo: Graciela Bevacqua. Ésta última comenta cómo Guillermo Moreno quería que se omitiesen los decimales: una inflación de un 1% mensual se convierte en un 12,7% anual, mientras que una de un 1,9% suma un 25,3%...


Desde el cese de la Sra. Bevacqua el INDEC ha utilizado todo tipo de "argumentos" para reportar bajas inflaciones. Por ejemplo, si un precio está intervenido por ley se utiliza el precio "legal" y no el que realmente tiene ese bien en la calle. El servicio doméstico ha sido excluido del índice ya que "es un salario, y no un precio". Cuando un bien sube de precio se elimina de la cesta, ya que "como los pobres no pueden comprarlo, no tiene sentido incluirlo en el índice" (como si la metodología no tuviera mecanismos para ese tipo de ajustes.... ).


En resumen: The Economist publicará los datos no-oficiales que elabora PriceStats, que al estar ubicada en USA no es susceptible de verse afectada por el matonismo totalitario de la Sra. Kirchner.


Una pena. ¿Quo vadis, Argentina?

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