martes, 13 de septiembre de 2011

Aclarando algunos conceptos

Llego a través de @Joaquin_Sevilla a la traducción en El País de la columna de Krugman del pasado domingo.

Krugman dice lo que dice y desde luego no seré yo quien lleve la contraria a una persona evidentemente lúcida y coherente aunque no sea precisamente de mi cuerda. Yo compro lo que dice Krugman, de la misma manera que compro otras ideas y trato de hacerme una idea aproximada del diagnóstico de un problema ciertamente complejo. Sin embargo creo que no todo el mundo entiende lo que Krugman está diciendo, razón por la que me permito hacer algunas precisiones que me parecen importantes tanto de lo que Krugman afirma, de lo que ha ido afirmando y diciendo en su blog, como de cuestiones que elude con mucha habilidad dialéctica.

Lo primero que me llama la atención (querido Joaquín) es que se interprete la crítica de Krugman como una crítica a otros economistas. Eso Krugman lo hace a menudo pero no en este artículo: ataca a los DIRIGENTES europeos, esto es, a nuestros políticos. Y creo que tiene razón. ¿O acaso alguien piensa que Merkel no está haciendo cálculos electorales?

Critica la actuación del Banco Central Europeo por no hacer lo que debería hacer en este momento. Sin embargo, el Banco Central Europeo, siendo como es una entidad que atesora un enorme poder de origen no "democrático" (no nos asustemos, a los jueces tampoco los elegimos y tienen un enorme poder también) está regulado por unos estatutos que limitan y condicionan su capacidad de actuación. En concreto, el objetivo del BCE fijado en el artículo segundo de sus estatutos indica que su objetivo es garantizar la "estabilidad de precios"... cosa que está haciendo... ¡lamentablemente!. El sistema de la Reserva Federal estadounidense tiene como objetivo el crecimiento económico. El BCE no. Y el BCE no puede, ni debe, actuar como un ministerio de Economía europeo actuando a su libre albedrío. ¿Es necesario refundar el BCE?. Probablemente sí. Y eso significa, casi, refundar la bases del euro.

Krugman hace referencia a la responsabilidad fiscal española con sus épocas de superávit y de déficit y señala como principal diferencia con el Reino Unido nuestra perdida autonomía monetaria por permanecer en el euro. Es cierto que de contar con nuestra propia moneda la situación sería distinta. Bastaría con preguntar a Carlos Solchaga qué hizo en 1993. Desgraciadamente, la devaluación ahora no es posible.

Pero Krugman no sólo ha dicho ésto. Ha dicho muchas más cosas (y algunas cuyo enlace no encuentro). Krugman dice que el crecimiento de nuestros costes laborales nos hace poco competitivos y que esto significa alto y duradero desempleo. Lo cierto es que en plena crisis, y con las listas del desempleo cada vez más pobladas los costes laborales no han seguido esa trayectoria. Nuestra legislación laboral franquista tampoco ayuda mucho.

Krugman, como buen keynesiano, piensa que un incremento del gasto público puede reactivar la economía. Aunque algo de eso se ha hecho (Plan E en España y estímulos parecidos en USA) para él han sido insuficientes. No digo que no. La crisis es tan fuerte que es posible que el esfuerzo no haya sido tan intenso cómo era necesario. El problema es que el gasto público hay que financiarlo. Si nuestro gobierno tuviera la máquina de hacer billetes podría hacerlo con el añadido coste del impuesto inflacionario. Pero no la tiene.

Quedan dos alternativas para financiar un mayor gasto: vía impuestos o tomando dinero a préstamo. La vía impositiva tiene sus límites: de la misma manera que un incremento del gasto estimula la economía un incremento de impuestos la frena. Seguramente es precisa una reforma fiscal pero no creo que sea fácil mejorar mucho la recaudación impositiva sin causar graves distorsiones. Bueno.. haciendo las cuentas del gran capitán que hace Vicenç Navarro tal vez sí, pero me temo que la opinión del Sr. Navarro es algo así como la fusión fría (para que los físicos me entiendan). 

Para tomar dinero a préstamo hay que convencer a quien presta de que seremos capaces de devolverlo... y éste es el problema. No se trata del nivel actual de deuda. Se trata de las perspectivas futuras de crecimiento de la misma, de las posibilidades de crecimiento (y en consecuencia de capacidad de devolución de la misma), de los compromisos futuros... ¿Por qué se ha reformado la constitución con un límite de déficit operativo sólo a partir de 2020 si nuestro problema es hoy? Porque se trata de convencer a quienes nos prestan dinero de que seremos capaces de devolver nuestra deuda no hoy, sino en el futuro. Por eso se amplía la edad de jubilación ahora para dentro de... un montón de años... para que la evolución prevista de nuestras arcas públicas permita vislumbrar un escenario de SOLVENCIA. Esto no lo dice Krugman. Él sólo dice que el euro es una idea muy mala porque podríamos resolver nuestros problemas devaluando.

No estamos en una situación sencilla. La solución óptima no es factible. Tenemos que decidir de entre las soluciones posibles, cuál es la mejor. Ojalá estuviéramos como Suecia, pero nos llevan 90 años de ventaja. Hace mucho que ellos limitaron el déficit constitucionalmente.



5 comentarios:

  1. No entraré en argumentos de detalle, pues no se nada de economía, y cada intento de aprender algo resulta contraproducente (acabo sabiendo menos que cuando empecé). Sin embargo mantengo mi crítica a la "pretenciosidad" de las ciencias económicas, boutade que intentaré explicar.

    Unos físicos e ingenieros nucleares deciden que igual es una buena idea hacer centrales nucleares y se construyen. Y aunque eventualmente hay accidentes, funcionan, y funcionan con un consenso técnico absoluto, con una fundamentación teórica y unos calculos de detalle extremos. Lo mismo podemos decir de aviones, coches, teléfonos móviles, ollas exprés o ecógrafos. Toda la tecnología basada en la ciencia.

    Unos ¿economistas? deciden que igual era una buena idea una moneda común europea, la ponen en marcha y va y no era tan buena idea; o quizá si pero no han sabido cómo ponerla en práctica; o estaba bien lanzada pero no tenían un plan B; o lo que sea, pero este desastre no es compatible con un proyecto científicamente basado en principios bien establecidos.

    Si ahora todas las centrales nucleares europeas empezaran a fugar un poco, y hubiera discusiones entre los técnicos sobre la causa, sobre la solución a corto plazo, a largo, y no se pusieran de acurdo y la situación fuera a peor cada día ¿qué pensaríamos del rigor científico de esos profesionales?

    Me he hartado de discutir este asunto contigo, y no quiero repetir ni tus argumentos ni los míos. Se que el objeto de estudio es más complejo y menos predecible. Se que hay algún (bastante)conocimiento bien fundado. Se que hay (muchos) economistas honestos que no extrapolan más allá de lo que realmente pueden afirmar con solvencia. Pero todo eso no altera mi percepción de aprendices de brujo con traje caro de todos los Trichets, Strous-Kahnes, Lagardes, Ratos y demás compañeros mártires, que cuando oyes sus declaraciones ríete del Papa hablando excátedra, y que generan tanta mieria y desastre como los hipotéticos ingenieros del ejemplo anterior.

    Y como esa sensación me enciende y no puedo estar callado, se me escapan unos tuits que luego podemos glosar en tan adecuado blog.

    Abrazos!!

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  2. Joaquín,

    Muchas gracias por comentar. En el ejemplo sólo discrepo en una cosa: el euro lo hicieron los políticos. Los economistas que trabajaron el tema dieron una serie de pautas, pero fueron los políticos quienes decidieron a qué hacían caso y a qué no. Si lees los trabajos de los economistas (los académicos) sobre el euro en aquél momento, todo lo que se escribió sobre "optimal currency areas" y el riesgo de shocks asimétricos, verás que el consenso en la economía "académica", la que no hace política sino conocimiento era bastante amplio en los riesgos. De hecho, se establecieron una serie de criterios de convergencia (Maastricht) razonables para prevenirlos, pero luego se invitó a la fiesta a países, como Grecia, que nunca cumplieron con esos criterios. Y eso fue una decisión POLÍTICA y contraria a lo que buenamente se sabía. En aquella época nos hartamos de leer sobre ello y sobre la NECESIDAD de tener una armonización fiscal y tantas y tantas cosas que después los políticos han ignorado...

    Es como si tus físcos e ingenieros deciden el grosor del muro y luego los políticos son quienes efectivamente deciden el tamaño del mismo.

    Estoy de acuerdo con que es una chapuza... pero es una chapuza POLITICA y no un fracaso de (ya sabes que no me gusta llamarlo ciencia) la Economía.

    Un saludo,
    Pedro

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  3. Parece ser que esta cuestión de la demarcación entre el tecnicismo económico y la libre opción ideológica a la hora de tomar las decisiones reales que nos afectan a los ciudadanos no es exclusiva. Hoy se publica en El Pais un artículo firmado por dos econoistas que trata precisamente de eso, y concluye (si no lo he entendido mlas, que siempre cabe en estos temas) que las decisiones de estos últimos años tomadas supuéstamente movidos por la lógica interna de la economía, lo son en realidad por una voluntad política (no explícita) de limitación del papel del estado.

    El artículo: http://www.elpais.com/articulo/opinion/economia/ideologia/elpepuopi/20110917elpepiopi_4/Tes

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  4. Aunque me parece que los autores del artículo se columpian un poco... se columpian en el terreno de las opiniones y eso está bien: podemos discrepar y exponer argumentos de manera ordenada.

    En cualquier caso tienen bastante razón en el sentido de que la mayor parte de decisiones que se toman en el ámbito de la economía son estrictamente políticas. Por eso defiendo, he defendido y defenderé la autonomía de los bancos centrales siempre que dispongan de un mandato claro. Es posible que se equivoquen, pero lo harán de buena fe, y parafraseándote "con una fundamentación teórica y unos calculos de detalle extremos" aunque luego tengamos nuestros Fukushimas, pero no por motivos electorales como se ha visto en incontables ocasiones.

    Un saludo

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  5. Un dato adicional que acabo de encontrar y que puede ayudar a explicar algunas cosas más allá del análisis de Krugman comparando el Reino Unido y España. Parece que la diferencia no es sólo estar o no estar en el Euro.

    En este gráfico interactivo se puede consultar la madurez de la deuda de distintos países. Los ingleses y nosotros debemos aproximadamente los mismo (en relación al PIB), pero ellos lo deben a 14 años y nosotros a poco más de 6 años. Obviamente no es lo mismo. Parece más prudente prestar dinero a la Pérfida Albión que a nosotros... y seguramente los operadores de los mercados financieros internacionales algo sabrán de todo esto.

    Saludos

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